Bendito eres, Señor,
porque has hecho bendita entre todas las mujeres
a María, madre de tu hijo y madre nuestra.
En esta fiesta de María queremos alabarte y bendecirte.
Porque nos has entregado a tu Hijo,
a través de la encarnación, haciéndolo como nosotros.
Así como la venida de tu Mesías
es la fuente de nuestro júbilo y de nuestra esperanza,
así también el gesto de María,
disponible y obediente a recibir con fe la Palabra divina
en su venida sobre la tierra nos llena de alegría.
Eres grande y generoso, Señor,
porque has querido que una mujer
fuese la primera creyente en tu Palabra santa,
cuando se iba a encarnar en nuestra naturaleza humana.
Ante este actuar tuyo, tan distinto del nuestro,
no podemos sino repetir las palabras de María:
nuestra alma engrandece al Señor
y nuestro espíritu se alegra en Dios, nuestro Salvador,
porque has puesto los ojos en la humildad de su esclava.
Agradecemos esta oración a la Sede de Salamanca
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